jueves, 8 de marzo de 2018
¡Hola 2018!!!!!!
El tiempo corre tan de prisa que es cada vez más difícil alcanzarlo, y sentarse a escribir en un blog a veces se torna empresa de titanes. O no exageremos, tal vez simplemente no encontramos nada tan original para contarles. ¿Y a quiénes? ¿Hay alguien detrás de estas líneas? Seguro que no. Hay miles y miles de blogs desparramados por el mundo y no hay "tiempo" para todo. Ni para escribirlos y menos para leerlos. Pero en fin, ya declaré en algún momento que éste es como un antiguo diario con una forma pseudo-moderna, así que aquí estamos y justamente comentando esto del "tiempo", y el acelere y la brevedad y qué pasa con todo esto y la literatura. Porque esta vez sí me pareció interesante copiar, primero, y luego comentar, un artículo sobre la "tuiteratura", así mismo, como suena, y su importancia de futuro.
Acá van: el artículo del diario la nación primero y a continuación mi reflexión. Y si alguien más lee esto y quiere agregar algo, bienvenido sea!!!!
Tuiteratura: ¿una provocación o el futuro de la literatura?
El tiempo corre tan de prisa que es cada vez más difícil alcanzarlo, y sentarse a escribir en un blog a veces se torna empresa de titanes. O no exageremos, tal vez simplemente no encontramos nada tan original para contarles. ¿Y a quiénes? ¿Hay alguien detrás de estas líneas? Seguro que no. Hay miles y miles de blogs desparramados por el mundo y no hay "tiempo" para todo. Ni para escribirlos y menos para leerlos. Pero en fin, ya declaré en algún momento que éste es como un antiguo diario con una forma pseudo-moderna, así que aquí estamos y justamente comentando esto del "tiempo", y el acelere y la brevedad y qué pasa con todo esto y la literatura. Porque esta vez sí me pareció interesante copiar, primero, y luego comentar, un artículo sobre la "tuiteratura", así mismo, como suena, y su importancia de futuro.
Acá van: el artículo del diario la nación primero y a continuación mi reflexión. Y si alguien más lee esto y quiere agregar algo, bienvenido sea!!!!
Tuiteratura: ¿una provocación o el futuro de la literatura?
Se puede versionar La
metamorfosis de Kafka en 20 tuits? Así empieza: "Parece que me he
transformado en un gran error. ¿Le ha pasado esto a alguno de ustedes? Sin
solución en la Web". Es parte del libro Twitterature, que en 2009
escribieron dos estudiantes de la Universidad de Chicago, Emmet Rensin y
Alexander Aciman, donde condensaron clásicos de la literatura en no más de 20
tuits. Y decidieron que el humor era una herramienta fundamental.
La hiperbrevedad de los relatos no es
ninguna novedad. Maestros como Augusto Monterroso y Juan José Arreola
construyeron a través de la concisión y la elipsis grandes textos. Sin embargo,
en los últimos años empezó a desparramarse como un virus la tentación de
escribir en Twitter, donde la limitación de caracteres obliga a renovar las
formas de narrar e imanta la creatividad. Contar, por ejemplo, una novela
extensa publicada en 1851 como Moby Dick, de Melville,
reversionada en 20 tuits.
En Francia, el profesor
Jean-Yves Fréchette y el periodista Jean-Michel Le Blanc fundaron el Instituto
de Tuiteratura Comparada, donde se recopila información de los trabajos de
diferentes tuiteros, así como una gran diversidad de actividades, materiales y
recursos. Incluso hay un manifiesto que comienza así: "La tuiteratura está
en lo tachado, es el trino del canto del gallo. Algunos se jactan del verso
alejandrino, otros juegan al taladro neumático". Recuerdan a las
vanguardias literarias de principio del siglo pasado, del dadaísmo al
estridentismo, que con desparpajo provocaban la solemnidad del modernismo
latinoamericano, o de la anquilosada literatura europea. Finalmente, la palabra
Twitter significa gorjeo, el sonido crepuscular que hacen los pájaros en medio
de las bandadas.
Por ejemplo, en El
Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, los autores de tuiteratura
describen así a su protagonista: "Gatsby es tan emo. ¿Quién llora por su
novia mientras desayuna... en la pileta?". Como si el centro de la novela
fuera la gracia, reírse y hacer reír, cambiar el sentido con el que fue leído
ese texto durante tantas décadas. O en un tuit de Esperando a Godot,
la pieza teatral de Beckett, escribieron: "Todavía esperando. Tratando de
no pensar acerca de esta horrible y frustrante situación metafórica en la que nos
hallamos".
En el vértigo de la red
social del pajarito, todo pasa aunque se haga un libro después. En relación con
esto, Pablo Maurette, docente de Literatura Comparada en la Universidad de
Chicago, quien convocó la movida que actualmente lee la Divina Comedia en
Twitter, cuenta que le propusieron hacer un libro con eso. "Me preguntaron
si iba a editar, pero para mí la tuiteratura es algo que no necesita salir de
lo que es, funciona así. Un libro jamás podría hacer lo que hace Twitter porque
este ya es un espacio con reglas definidas que no necesita otras".
El hashtag #Dante2018 generó mucho
más revuelo del que Maurette esperaba porque ya lo había intentado otras veces
y no había pasado demasiado. Después de la enorme repercusión que tuvo esta
vez, ahora reflexiona sobre las razones que pudieran llegar a explicarlo:
"Funcionó muy bien en la comunidad tuitera desde un principio, con muchas
conversaciones, interacciones, heterogeneidad en las imágenes, videos y
canciones que enriquecieron mucho el fenómeno", describe. Además,
"todos los usuarios comparten mensajes en distintos registros lingüísticos
-desde eruditos hasta campechanos-, algunos hacen chistes y otros discuten muy
seriamente, y todo circula en el mismo espacio", cierra.
Aunque la brevedad de la tuiteratura se puede
vincular con el haiku, el aforismo, el cadáver exquisito surrealista y la
literatura potencial del grupo Oulipo, no es la extensión su cualidad esencial,
porque no es estrictamente novedosa, sino el proceso de recepción con el
dinamismo que ello implica. Raúl Brasca, autor de microficciones, da su punto
de vista. "Para lograr textos de calidad en un espacio tan limitado, la
elipsis es fundamental porque los vuelve sugerentes y polisémicos",
detalla el jurado de un concurso realizado por Twitter en la Feria del Libro de
Buenos Aires. "Es el género ideal para contar al hombre de nuestra época,
por nuestra forma acelerada de vivir". ¿Por qué no pensar que una
plataforma como Twitter puede cambiar nuestra forma de leer literatura, no solo
la que allí se escribe, sino toda aquella que ya ha sido escrita? "En ese
concurso -recuerda Brasca- había algunos textos sobresalientes".
Con otro punto de vista, Alex Aciman plantea que la
lectura de una novela no puede reemplazarse por 20 tuits, pero se explaya en su
punto de vista: "Nunca nadie va a poder decir 'entendí el Infierno de
Dante' después de leer nuestro libro, pero desafortunadamente hay gente que
nunca leerá Proust ni Joyce. Quizá nuestro libro puede darles una pequeña
fracción de la novela. En definitiva, es mejor haber leído apenas eso que no
haberlo hecho".
Por: Juan Pablo Bonino
¿Tuiteratura?
Por: Juan Pablo Bonino
¿Tuiteratura?
Por Mireya Keller
¿Realmente
existe? ¿Es la literatura del futuro? ¿O es un nuevo invento de este tiempo
acelerado en el que vivimos, en el que
la tecnología adelanta los relojes, y tal vez por esa misma
desesperación de la velocidad, un mero instrumento, por interesante que
sea, se transforma en un “arte nuevo”? Sería
absurdo despreciar la ansiedad con la que la tecnología se apodera de nuestras
vidas. Es útil para infinidad de cosas. ¿Lo es para la literatura? ¿No estaremos
transformando la forma en la esencia? ¿El despliegue de la escritura en meros
caracteres?
Mi formación en filosofía quizás hace que tenga muchas
preguntas y pocas respuestas. Tampoco respecto a este tema es la excepción: no
tengo respuesta. Pero me llamó profundamente
la atención este artículo, muy “a la moda”, y surgieron espontáneas las
preguntas que ya estaban seguramente en
mi mente, más aún después de subir recién a la red el anuncio de la obra
en cuatro volúmenes de Manuel Figueroa, La Cultura del Poder, casi 2000 páginas,
producto de al menos 10 años de lecturas, historia, escritura, persistencia,
dedicación, esfuerzo, correcciones de texto, las incontables veces que fuera
necesario, hasta concretar el objetivo, que en este caso es sobre un tema puntual,
no precisamente literatura. Y a la vez también me impactó esta idea de
“tuiteratura” ¿del futuro?, porque justo estoy leyendo, con un deleite ya casi perdido, el último libro de Paul Auster,
4321, el que dicen le llevó 7 años de trabajo y casi 1000 páginas, (aun no lo
termino). Reconozco haberlo visto en las
librerías con cierto temor y hasta rechazo, (yo soy parte de este mundo
acelerado), y preguntarme por qué, para
qué escribir tanto, un libro que no se puede llevar de viaje, pesa y ocupa
demasiado espacio en una maleta, tampoco
puede llevarse a un consultorio médico ni al dentista, no entra en una cartera,
y ¡Horror!!, no se puede leer en internet ni enviárselo a un amigo por mail, y
seguramente voy a demorar mucho “tiempo” en terminarlo. Gracias a mi amiga Ana,
loca linda, que tuvo el coraje de regalármelo para mi último cumpleaños, puedo
volver a disfrutar de, ¿la literatura?
No quiero decir con esto que mientras más páginas tiene un libro es mejor, o que es la
única literatura reconocible como tal, no, sería una reducción burda y
simplista, podría también un enorme volumen ser un desastre y un tuiter hasta
genial. Este artículo sobre la “tuiteratura” está debidamente sostenido por referentes
nacionales e internacionales que defienden a capa y espada (disculpen el
anacronismo) este tipo singular y brevísimo de escritura, incluso la consideran
¨”vanguardista”. ¿No será más bien “inmediatista”? ¿Pasatista? Por supuesto que
su lectura requiere de menor tiempo. Eso, el tiempo, que parece escabullirse
cada vez más rápido por rendijas abiertas quizás ya imposibles de cerrar. Pero
así como una playa no es el puñado de arena que tomo y se escurre con rapidez entre
mis dedos, son necesarias innumerables capas y sucesiones de arena que antes
fueron roca, montaña, o mar, o lago y “el tiempo” las fue transformando, con
lentitud, para que hoy al mirarla podamos decir “playa”, y si es una “hermosa
playa”, gozar con plenitud de su belleza, ¿podemos nombrar “literatura” a un imprevisto y breve estallido de ingenio (en
el mejor de los casos), o ironía, o
burla, o quién sabe qué, prisionero de 140 caracteres? ¿Dónde quedaron los mundos
imaginarios e imaginados, los lugares, paisajes, espacios, historias, sueños,
los diferentes personajes que terminamos amando u odiando? ¿O es que tendremos que contentarnos
con este final del artículo? :
“Alex
Aciman plantea que la lectura de una novela no puede reemplazarse por 20 tuits,
pero se explaya en su punto de vista: "Nunca nadie va a poder decir
'entendí el Infierno de Dante' después de leer nuestro libro, pero
desafortunadamente hay gente que nunca leerá Proust ni Joyce. Quizá nuestro
libro puede darles una pequeña fracción de la novela. En definitiva, es mejor
haber leído apenas eso que no haberlo hecho".
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