lunes, 19 de mayo de 2014

La otra cara de la luna

Así como escribí sobre el “festejo” de la gran bacanal en la que se ha transformado la Feria del libro, que es absolutamente fidedigno, en la que todo vale, también quiero comentar sobre la “otra cara de la luna”. Es decir, sobre los “escritores de verdad”, esos referentes nuestros que se nos van yendo y que hasta ahora parecen irremplazables. Esos escritores que hacen que leer valga la pena. Este último año además la lista de los que se fueron se hizo larga: Carlos Fuentes, Octavio Paz, Juan Gelman, y en forma reciente, nuestro querido y tropical Gabriel García Márquez. Se nos van los que pertenecieron a esa era especial del “boom” latinoamericano, tan queridos y admirados, como los que nos faltan desde mucho antes, Cortázar, Onetti, Donoso, Neruda, Borges. Dije “irremplazables” no solo por hablar de América Latina, tampoco en el resto del mundo parece abundar el talento. Los medios y mecanismos electrónicos que han proliferado nos han acercado en distancia pero por lo visto, no en excelencia. Hablando con Zulma el otro día sobre qué libro le recomendaba, de los actuales, le dije que no encontraba ninguno. Tal es así que no he hecho más reseña de libros en el último tiempo, y no es porque no haya leído. Pero como nadie puede ver “la otra cara de la luna”, y la Historia es mucho más que nuestra propia y pequeña historia, tarde o temprano aparecerá algún escritor excepcional. Mientras tanto, y eso es lo más importante del mundo de los libros, los buenos, perdurarán para siempre. Por ejemplo me impresiona todos los festejos que se están haciendo y seguirán durante todo el 2014, por el nacimiento de Shakespeare, el 23 de abril de 1564, hace nada más ni nada menos que ¡450 años! Dijo el absolutamente irremplazable Borges en Everything and nothing: “Nadie fue tantos hombres como aquel hombre, que a semejanza del egipcio Proteo pudo agotar todas las apariencias del ser”. Es que en las obras de Shakespeare está todo, la vida, el amor, la traición, el odio, la venganza, la muerte, y de qué manera está. Claro que sus libros ya hacen parte, y seguirán haciéndolo, de la gran Historia. Cómo no creer en que los “buenos” perduran para siempre, y que no todo es la “biblia y el calefón”. Confiemos en la otra cara de la luna. 

Mayo y la 40° Feria del Libro

Los primeros vientos fríos comienzan a soplar entre el revuelo de hojas mientras caminamos, inexorables, hacia el inicio del invierno, pero aun nos parece sentir el calor de la muchedumbre que recorría los colmados pasillos de la 40 Feria del libro. Para el tan comentado “fin del libro”, parece una hazaña. Es cierto que cada año es “más feria”, más “biblia y calefón”. Premios nóbeles, como Coetzee este año, un Paul Auster al lado de “vendedores” mediáticos, libros de cocina, autoayuda, entretenimientos. Cada vez más fiesta pagana, pero también la celebración, la vida del libro, la posibilidad de que mucha gente acceda a ese mundo colmado de hojas y palabras – para nosotras ritual y mágico – del que tal vez el resto del año ni se van a acordar. Es una gran fiesta popular, y como tal, adherimos a celebrarla. Al menos una vez al año, el protagonista vuelve a ser el libro. ¡Bienvenido sea!

En medio de esta “fiesta” tuvimos la oportunidad de asistir a la 6° Jornada de Microficción, organizada por Raúl Brasca. Muy bien organizada por Raúl, como siempre. Plena de gente y novedades. Conocidos y también la asistencia de escritores de microficción de diferentes puntos del país y de Latinoamérica. La frutillita del postre de este año: los microteatros. ¡Excelentes!
Una vez más, valió la pena. Será hasta la próxima.

sábado, 10 de mayo de 2014

Linda experiencia y excelente trabajo de Caroline Lepage

    1. 399e auteur publié dans « Lectures d'ailleurs » ;
    2. l'Argentine Mireya Keller, avec trois microrécits :
      « Pas très mâle », traduit par Victor Berry et Caroline Lepage (Université de Poitiers)
      « La Densité de la pluie », traduit par Annelise Lefizelier (Université de Poitiers).
      « Le Chat d’Eduviges », traduit par Alice Pantel (Université de Lyon 2).

      Intégré à « Lectures d'Argentine 2 », page 111.
  1. https://www.facebook.com/pages/Lectures-dailleurs-Tradabordo/52959790706828

viernes, 4 de abril de 2014

Un cuento de mi libro "El ojo en la cerradura", respecto a lo que escribí sobre la naturaleza y los hombres.

Una fábula


“… y la tierra es empinada. Se desgaja por todos
lados en barrancas húmedas, de un fondo que se pierde
 de tan lejano. Dicen los de Luvina que de aquellas
barrancas suben los sueños; pero lo único que vi
subir fue el viento …”

Luvina
Juan Rulfo


            Si las ruinas de la Aldea se ordenaron y a las ratas las exterminaron y no hay más latas vacías en los techos y con los cartones ya no se come ni se pintan carteles de mentira y en el fausto de las iglesias duermen los niños de la calle y en los altoparlantes no se cantan marchas de victoria ni de guerras, porque el frío se fue, con los campos de exterminio, Bosnia se fue, como se fue el Golfo, y la tortura, en el cemento frío de Santiago, los degollaron, y en los cerros de Tucumán, ahí también fue, medio selva, medio calor, miedo, miedo húmedo, miedo enterrado, fueron enterrados, con las ideas que nunca les sacaron, con las ideas también el Muro, también Giordano de Italia, y la Juana de Francia, los quemaron, como se quemó la Alejandra de Martín, como se murió Carlota, la de Harry, con el Amor a cuestas, sí, por las cuestas, los persiguieron, con metralletas, sin crucificarlos, las cruces se acabaron, y los héroes se agotaron, solo están las tumbas, de los viejos jubilados que peleaban en las plazas, de los jóvenes mutilados, les cercenaron piernas y brazos y después los mataron, y se rieron de la hazaña como niños mientras crecían los niños, sin ojos, y en la boca los callaron, y la Ilusión que a veces los rondaba también la enterraron, y quedaron solo ellos, los pequeños idiotas, distribuyéndose por rincones, acomodándose multiplicándose, cabalgando, miles de ellos cabalgando con las ratas por el mundo de cloacas, madrecloaca padrecloaca por qué los hijos, porque los hijos, la especie, el instinto, aferrándose como siempre, como puede, dando la vuelta el ciclo huele se pudre y después renace, como siempre, como puede, en medio del exterminio, y otra vez se levanta el Amor entres las ruinas de las cloacas, Espartaco y sus huestes de harapos, y Cristo en harapos, y las Cruzadas, y la Inquisición y su fausto, otra vez las espadas, otra vez Gandhi y los cañones de los ingleses, otra vez la sangre en los campos y el hambre y el frío que vuelve, siempre vuelve, en todas partes, menos en la Aldea, si ahí exterminaron a las ratas y sus festines y sus convidados es porque la Aldea es una fábula que inventamos.

Mireya Keller
De su libro de cuentos,
El ojo en la cerradura



jueves, 3 de abril de 2014

La violencia hace parte de la naturaleza y de la "naturaleza" de los hombres

¡Chile y su sacudida geografía!
Cuando la naturaleza desata sus tentáculos atrapa sin compasión. Es lo que está ocurriendo en ese norte de Chile. No da descanso. No da tregua. Hoy lo vivo con angustia pero en la distancia. Sin embargo, ya lo he vivido, desesperadamente, en directo. Esperemos que ese monstruo aletargado que se esconde bajo el mar y la arena, despierto y activo en estos momentos, sin ningún miramiento, suelto entre la gente aterrorizada, por fin vuelva a su reposo de años.
Coincidió que junto a las noticias alarmantes de Chile, leí un artículo que también vuelve a despertar un monstruo, ese que está escondido en la "naturaleza" de los hombres.  Muy lejos, al otro lado del mundo, y no por eso menos terrible, y después de décadas de dudas y frío silencio, escribe desde Jerusalén, Carmen Rengel  para el diario El País:

La Historia desentierra Treblinka
Arqueólogos británicos excavan por vez primera en uno de los campos de exterminio nazis
Hallan importantes restos de la masacre masiva de judíos
Treblinka era uno de los argumentos preferidos de los negacionistas del Holocausto. Los testimonios de los supervivientes y los documentos hablaban de un campo de exterminio a hora y media de Varsovia, pero en el punto indicado solo había una loma verde, una granja, un bosque. Nada que ver con los barracones y con las duchas de Auschwitz. Nunca se habían hallado evidencias de la maquinaria del mal que acabó con entre 700.000 y 900.000 judíos y un número indeterminado de gitanos. Nunca... hasta ahora. Un equipo de la Universidad de Staffordshire(Reino Unido), comandado por la arqueóloga forense Caroline Sturdy Colls, ha encontrado la primera evidencia física de las cámaras de gas, cimientos y losas, además de varias fosas comunes.
Su investigación no solo es importante porque aporta la única prueba tangible de que Treblinka no es un mito, sino por los medios empleados para dar con ella. Durante seis años, explicaba ayer a EL PAÍS la doctora, se hicieron mapas computarizados y fotografías aéreas, se usaron sofisticados GPS y georradares, incluso un escaneo láser —denominado Lidar—, todo para hallar muestras de que había tierra removida y algún indicio de obra pasada. Es un proceso que, en la base, se asemeja al empleado en España para buscar algunas fosas de la Guerra Civil, incluyendo la del poeta y dramaturgo Federico García Lorca en Granada.
Aunque los nazis hicieron un buen trabajo escondiendo el campo, ocultándolo en una inocente zona de labranza a base de tirar los muros, rellenar los huecos y nivelar el suelo, los expertos lograron detectar tres zonas, bastante distantes entre sí, en las que comenzaron a cavar y encontraron los primeros huesos humanos, muchos en un nivel muy superficial y con extraños cortes. Aún no está claro el número de cuerpos localizados.
Luego vinieron los cimientos, oquedades tapadas a conciencia con todo tipo de materiales que fueron la base de las cámaras de gas. Y también el descubrimiento más macabro: unas losas de cerámica, finas, entre rojizas y mostaza, con la estrella de David en relieve. Muchos supervivientes habían hablado ya de esos dibujos, como se ve en sus relatos en el Museo Yad Yashem de Jerusalén: la cámara de gas, contaban, estaba disfrazada de mikvé, el baño ritual judío, por lo que los hombres y mujeres que llegaban a Treblinka pensaban que iban sencillamente a lavarse. El símbolo sagrado del judaísmo en la fachada de ese edificio al que los arrastraban les hacía sentirse seguros, confiados... y engañados hasta el último momento. Así durante los 24 meses que funcionó el campo, entre 1942 y 1943.
Gracias a las excavaciones, se ha podido diseñar además un mapa del recinto, desde la vía de tren a la que llegaban los judíos y gitanos —a los que se prometía que Treblinka solo era una zona de paso, antes de ser deportados al Este, como recuerda el profesor Gideon Greif— hasta las dos cámaras de las que hay restos, una con capacidad para 600 personas y otra para 5.000, y el pasillo al aire libre por el que los llevaban. Hay testimonios, no obstante, que hablaban de hasta una decena de cámaras repartidas por la zona. En 60 minutos, los vivos pasaban del tren a la desnudez y a la muerte, según indican los arqueólogos en el documental Treblinka: la máquina de matar de Hitler, emitido por el Smithsonian Channel, donde se ha dado a conocer este descubrimiento y que incluye una recreación del espacio.
La profesora Sturdy Colls explica que su mayor afán era el de ser respetuosa con la zona, convertida en lugar de homenaje a las víctimas tras la Segunda Guerra Mundial y donde se habían vetado las excavaciones, por respeto.
La estimación de muertos en el campo de exterminio fluctúa entre 700.000 y 900.000
Vía correo electrónico, Sturdy Colls sostiene que convenció a los responsables del museo e incluso al Gran Rabinato de Polonia de que su técnica no invasiva iba a respetar a los muertos y, a la vez, a dar respuestas a los vivos. “La primera vez que fui allí me quedó claro que había una abundancia de evidencias que habían sobrevivido en el terreno y probaban que Treblinka fue un campo de exterminio, no de paso. Ser capaz de confirmarlo ha sido un honor para mí. Había que hacerlo para que aprendan las generaciones futuras”, indica la doctora, especializada en usar sus conocimientos forenses con fines históricos, más allá de sus clases universitarias y de sus colaboraciones con la Policía británica. La zona, remarca, ha quedado luego tal y como la encontraron, con los monolitos de piedra que recuerdan a las innumerables víctimas.
Su técnica, abunda, abre “nuevas posibilidades para el examen del Holocausto o de otros sitios de conflicto”, por lo que planea continuar indagando en otros escenarios. Ya lo ha hecho, usando estos mismos medios, en Staro Sajmiste (Belgrado) y en las islas del Canal del Reino Unido, con resultados positivos. Pero Treblinka es diferente, “especial”, por lo que supone para las víctimas, que ahora pueden enseñar al mundo las piedras que vieron y tocaron. Para dar a conocer los descubrimientos y los métodos empleados, se preparan ya una exposición y un libro con la tarea del equipo de Staffordshire.
 
 

domingo, 9 de marzo de 2014

¡Qué ejemplo! Para no olvidarlo

Varias vidas en una sola

Alice Herz-Sommer. La pianista checa fallecida hace dos semanas a los 110 años fue la sobreviviente más longeva del Holocausto y además testigo excepcional de su tiempo; entre otros, conoció a Mahler, Kafka, Schnabel y Golda Meier
Por Pablo Gianera  | LA NACION

Poco menos de diez días después de que Alice Herz-Sommer muriera en Londres, el 23 de febrero, a los 110 años, The Lady in Number 6, la película de Malcolm Clarke que cuenta parte de su historia, ganó el Oscar al mejor corto documental. Es muy probable que, de haber llegado a enterarse, Alice (así, sin los apellidos paterno y de casada, se la conoce) se hubiera encogido de hombros con indiferencia y se hubiera reído con esa risa amplia que conocemos por las filmaciones. Muy poco le importaban las posesiones y esa variedad torcida de la voluntad de posesión que es la fama. "No necesitamos cosas", dijo en sus conversaciones con Carolina Stoessinger. En el caso de Herz-Sommer suele ponerse el acento en el lugar equivocado. Es cierto que fue la sobreviviente más longeva del Holocausto, pero su singularidad no reside solamente en esa prueba de resistencia de los años. Fue antes y después de cualquier otra cosa pianista, pero una pianista a la que la historia convirtió a la fuerza en testigo excepcional. Es difícil imaginar que la misma persona pueda haber asistido al último concierto que Gustav Mahler dirigió en Viena, frecuentado a Franz Kafka, tomado clases con Arthur Schnabel, sobrevivido a un campo de concentración nazi, visto tocar a Daniel Barenboim a los diez años en Israel y trabar amistad con Golda Meier. Parecen más bien varias vidas en una sola. De todas esas vidas estuvo hecha la vida de Alice Herz-Sommer.
Alice fue una florescencia ejemplar de la cultura judía centroeuropea. Cuando nació, Praga formaba parte todavía del Imperio austrohúngaro. Es posible que la disolución de ese imperio, de su aparente seguridad, haya sido la primera, si bien la menos dolorosa también, de las muchas pérdidas que acompañaron su vida. Hasta el ascenso del nazismo, Herz-Sommer venía desplegando una sólida carrera como pianista. Václav Stepán había sido su maestro, y luego estudió también con Schnabel y Eduard Steuermann, tan ligado a la nueva música. Max Brod escribió críticas favorables de sus actuaciones. El piano era para Alice una actividad de tiempo completo; además de trabajar en una empresa de importaciones, Leopold Sommer, con quien se había casado en 1931, era violinista aficionado y solían tocar juntos.
Theresienstadt fue un campo de concentración particular. El nazismo lo usó como propaganda de "campo modelo" que les permitía a los judíos vivir al margen de la guerra, aunque en realidad era una estación intermedia en la deportación hacia Auschwitz. En la medida en que se alentaban las actividades musicales, Alice dio innumerable conciertos y trabajó con los compositores Hans Krása y, sobre todo, Viktor Ullmann, que le pidió que estrenara allí su Sexta sonata. Aunque Herz-Sommer no lo dice, no es improbable que haya colaborado también con Ullmann en el estreno, en el campo mismo, de la ópera El emperador de la Atlántida. Algo parecido sucedió con el Cuarteto para el fin del Tiempo de Olivier Messiaen, cuya primera audición se realizó en el campo de prisioneros Stalag VIII- A. Así como Messiaen decía que nunca como entonces una obra suya había sido escuchada con tanta atención, Alice aseguraba que las sonatas de Beethoven y Schubert nunca le habían salido mejor que en el campo de concentración. Cuando insistía en que la música le había salvado la vida, esa frase no debía entenderse solamente en un sentido espiritual; es muy probable que la música le haya salvado literalmente la vida. Una noche, después de uno de los conciertos, la abordó un soldado alemán, quizá uno de los guardias el campo. "¿Es usted la señora Sommer?", le preguntó. Y siguió: "Vengo de una familia de melómanos. Mi madre era una buena pianista y me llevó a muchos conciertos. Creo que sé bastante de música. Quería agradecerle su concierto y decirle que significó mucho para mí". Antes de perderse en la oscuridad, dijo algo más: "Usted y su hijo no estarán en ninguna lista de deportación. No se preocupe". Alice nunca supo quién era ese soldado. Ni su madre ni Leopold sobrevivieron a los campos, pero fue tal vez ese concierto lo que la salvó a ella y a su hijo.
Alice fue una mujer excepcional que trató con personas excepcionales y logró aprender de ellas. El primero de todos fue acaso Kafka. Irma, la hermana mayor de Alice, estaba comprometida con el filósofo Felix Weltsch, que era amigo de Kafka. Desde entonces, Kafka empezó a frecuentar la casa de los Herz y salir de picnic con la familia. En esas excursiones, Alice solía nadar con Kafka. Los dos eran grandes nadadores. Todavía joven, ella corría carreras de orilla a orilla del Moldava, y de grande, hasta los 108 años, nadaba todas las mañanas. Pero esa intimidad con Kafka, el hecho de que para ella el escritor fuera simplemente "el tío Franz", no le anuló a Herz-Sommer la distancia necesaria para leerlo con admiración. Tenía incluso, a partir de muchas charlas con Brod, una teoría personal para comprender la literatura kafkiana y la condición excéntrica de sus personajes. Según Alice, la madre de Kafka era ortodoxa mientras que su padre era totalmente laico: "Kafka nunca supo a dónde pertenecía, nunca estuvo seguro de su identidad o de qué camino tomar. Elegir habría significado decepcionar a uno de sus progenitores. Éste era el núcleo de su problema".
Sola en el departamentito de Londres en el que pasó sus últimos años, Alice no tenía más que algunas cajas con fotos y el Steinway vertical que tocaba tres horas por día. Tenía una rutina inamovible para no perder tiempo que alcanzaba incluso a las comidas: siempre sopa de pollo, lo que despajaba toda vacilación sobre el menú y simplificaba las tareas de cocina. Nunca se enemistó con el mundo: "Quejarse no sirve de nada. Sólo hace que todos se sientan mal". Educada filosóficamente en la modestia de Spinoza, igual que su amigo Barenboim, Herz-Sommer creía en Dios, pero en un Dios que se manifiesta en el orden de lo que existe y no se implica en los actos humanos. "El mal no es nuevo. Depende de nosotros cómo tratemos con el bien el mal. Nadie nos puede quitar ese poder"..


miércoles, 26 de febrero de 2014

Algunas microficciones


De la antología
¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género
El texto traducido al alemán para la revista literaria ILA

Dijo poco hombre
 
 
Eso dijo. Poco hombre, maricón. Usted me entiende señor Juez. Tenía que defenderme. Salvar mi honor. Por eso busqué el martillo. Claro que le pegué fuerte. Pero la maldita seguía gritando. Hasta que saqué el facón, el grande, de hacer asado. Y por fin.
Gracias señor Juez.
Su comprensión me conmueve.
 
Texto del libro
Subirse al micro
 
La densidad de la lluvia
 
Tampoco ese día hubo noticias. Llevaba más de dos semanas desaparecida. El tiempo había cambiado, estaba frío y húmedo. Me preocupaba porque había salido con sandalias, remera, y una falda corta y finita.  Nadie la vio. O al menos eso dicen y me angustia cuando lo dicen. Yo busco y espero. Aun cuando los rostros ya me miran sin sonrisas y las palabras enmudecen en sus bocas, busco y espero.
Ahora llueve a cántaros.
 
 


¡2014! Con pequeñas noticias y un libro nuevo




Evidentemente no soy una bloguera compulsiva. Ni siquiera puedo autodefinirme como bloguera simple. Las evidencias me delatan. Ni yo puedo creer que no entré en mi blog durante todo este tiempo. Quizás mis dudas con respecto a la funcionalidad de estos instrumentos de comunicación se hayan tornado más fuertes: cada día son más, parece que infinitamente más. Es un universo en constante expansión, dentro del cual nos perdemos como una humilde aguja tapada por un pajar. ¡Y a quién le importa esa aguja! En fin, digresiones aparte, vamos a los hechos:
- 2013 fue un año en el que me dediqué en serio a la microficción
- en abril 2013, y con el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, fui invitada a participar con lecturas en la Jornada de Microficción que organiza Raúl Brasca
- en agosto apareció la antología de microficción "¡Basta! cien mujeres contra la violencia de género", en el cual participé con un texto que hacia fines del 2013 fue seleccionado, junto a otros 4 de las 100 textos que componen el libro, para ser traducido al alemán como parte de un artículo sobre esta antología que escribió Esther Andradi para la revista alemana de literatura, ILA, publicado en enero 2014
- y por último, comenzamos 2014 con un nuevo libro, de microficción, escrito en conjunto con mi compañera de viaje literario, Zulma Fraga. Un nuevo título de Editorial Piso 12: Subirse al micro